FLORENCE (Arizona) -- Un preso condenado a muerte jadeó y resopló el miércoles más de hora y media antes de morir en un hecho que seguramente hará aumentar el escrutinio sobre la pena de muerte en Estados Unidos.
La Procuraduría General de Arizona, dirigida por Tom Horne, dijo que Joseph Rudolph Wood fue declarado muerto a las 3:49 de la tarde, una hora y 57 minutos después del inicio de la ejecución.
Los abogados de Wood habían presentado una apelación de emergencia ante la Corte Suprema federal una vez iniciada la ejecución, exigiendo que se suspendiera.
Alrededor de media hora después de la muerte de Wood se conoció que el magistrado Anthony Kennedy había denegado la petición.
Wood, de 55 años, jadeó más de 600 veces antes de morir. El abogado defensor Dale Baich describió lo ocurrido como una ejecución chapucera que debió haber durado 10 minutos.
Familiares de las víctimas de Wood dijeron que no les afectó la manera en que se realizó la ejecución.
"Este hombre cometió un asesinato horrible y alguien sale con que le preocupan los fármacos [usados en la ejecución]", dijo Richard Brown. "¿Por qué no lo mataron a tiros, por qué no le dieron a tomar (el limpiador corrosivo) Drano?"
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En sus últimas palabras, Wood miró a los familiares de las víctimas y dijo que agradecía a Jesucristo, su salvador. En cierto momento les sonrió, lo que disgustó a los familiares.
"Me consuela saber que hoy termina mi dolor y oré porque este día, o cualquier otro, todos sus corazones encuentren la paz y que Dios los perdone a todos", dijo Wood.
El caso subrayó el interés con que se observa el uso de inyecciones letales después de dos controvertidas ejecuciones, como una realizada en enero en Ohio. El reo estuvo jadeando durante 26 minutos antes de fallecer.
En Oklahoma, un preso murió de un ataque cardíaco minutos después que las autoridades suspendieron su ejecución porque los fármacos no fueron administrados debidamente.
Arizona aplica las mismas sustancias -el sedante midazolam y el analgésico hidromorfona- que se usaron en Ohio. Una combinación distinta de esas sustancias se usó en el caso de Oklahoma.
Los estados se niegan a revelar detalles sobre las farmacias que suministran las sustancias para las inyecciones letales y quiénes las administran ante la preocupación de que sean blanco de hostigamientos.