De la pizca a las estrellas

LOS ANGELES (AP) -- Todo es posible, dice el astronauta José M. Hernández en su autobiografía, en la cual cuenta a detalle cómo pasó de ser un niño al que le pagaban 50 centavos de dólar por cada cubeta de fruta o verdura que cosechaba a ser astronauta de la NASA y ahora candidato al Congreso de Estados Unidos. "El cosechador de estrellas" ("Reaching For The Stars" en inglés), publicado por Center Street en ambos idiomas, es una historia de esfuerzo, dedicación, persistencia y esperanza escrito con la intención de inspirar. El mensaje más importante que quiere transmitir el astronauta de padres mexicanos es que nada es imposible, que hasta un niño campesino puede alcanzar sus metas. "Quise que vean que a pesar de que fui un campesino que trabajé en el campo, de padres muy humildes, que sólo tenían tercer grado de primaria, sin embargo pude realizar mi sueño a base de educación y esfuerzo", dijo Hernández en una entrevista reciente con The Associated Press. "Quise que vean que todo es posible, que ellos también pueden alcanzar sus propias estrellas ... que digan: `Si José pudo, con tantos obstáculos que tuvo ... entonces yo también lo puedo hacer", añadió. Su historia comienza en el pueblo de Ticuítaco, en Michoacán, donde surgió su deseo de viajar al espacio exterior mientras veía estrellas fugaces al lado de su abuelo. "`Deseo ser astronauta', decía muy dentro de mi corazón", relata Hernández en su libro, que salió a la venta la primera semana de septiembre. Este anhelo lo impulsó a llevar una vida de esfuerzo alejado de la delincuencia, pese a que creció en una familia de escasos recursos que por años vivió en barrios del norte de California asechados por pandillas. Su apoyo más grande fue siempre su familia, cuenta el astronauta de 50 años nacido en French Camp, California. Sus padres campesinos le hicieron trabajar la tierra a él y sus hermanos los fines de semana y todos los veranos, pero también les exigieron que no dejaran la escuela. "Nosotros laborábamos en el campo porque el propósito era que entendiéramos el significado del trabajo, el valor del dinero y la importancia de progresar, pero (mis padres) sabían que aún sin nuestra aportación podían sacarnos adelante", escribe. Lo que terminó por motivar a Hernández a convertirse en astronauta no fue la serie televisiva "Star Trek", que le encantaba, sino ver por televisión el 20 de julio de 1969 a Neil Armstrong caminando sobre la luna. "A partir de ese momento, nada ni nadie me quitó la idea de la cabeza", dice Hernández en su libro. Confiesa que no dominó el inglés sino hasta los 12 años, aunque por ese tiempo ya destacaba en matemáticas, materia en la que ahondaría para estudiar ingeniería. En la escuela también superó insultos raciales y clasistas de niños que le decían "come tacos" para convertirse luego en presidente del cuerpo estudiantil en la secundaria. Ese fue el primero de una serie de puestos por elección que aceptaría en su vida y en su carrera profesional. En la universidad, confesó a sus amigos que algún día le gustaría ser político, lo que le valió el mote de "gobernador", según narra en el libro. A lo largo de su camino también lo ayudaron maestros y lo inspiraron muchas personas, como el costarricense Franklin Chang Díaz, el primer astronauta latino de la NASA, quien lo entrevistó cuando Hernández se postuló para la agencia espacial. Pese a que la NASA rechazó seis veces su solicitud, Hernández persistió y logró el puesto que soñó en el 2004, después de trabajar tres años como ingeniero para la agencia. En agosto del 2009 logró el sueño de su vida al volar al espacio como ingeniero del transbordador espacial Discovery STS-128. Su perenne mexicanidad salió a flote en el espacio: uno de los 14 días que estuvo en órbita, despertó a sus compañeros con el clásico tema mexicano "El hijo del pueblo", de José Alfredo Jiménez, y dio una entrevista a un reportero mexicano. Hernández también llevó al espacio una bandera mexicana que luego entregó al presidente Felipe Calderón, y tuiteó palabras de apoyo a las selecciones de fútbol de Estados Unidos y países latinoamericanos durante la Copa Mundial. "En mi corazón hay lugar para querer más de un país", agregó en la entrevista. "Yo nací en Estados Unidos y soy americano de ascendencia mexicana, soy una persona bicultural que puede disfrutar de dos culturas y puedo obtener lo mejor de estas dos culturas para ser quien soy. Obviamente quiero al país de mis padres (pero) quiero aclarar que soy americano". Al regresar a la Tierra, el transbordador aterrizó en la Base Aérea Edwards, en California, cerca de donde Hernández trabajó en el campo, lo cual dice lo hizo reflexionar sobre su vida. "Arriba no se ven fronteras, se ve todo el mundo. Siempre les digo a los muchachos, estudiantes que tuve que llegar al espacio para llegar a conclusión de que aquí abajo somos uno. Las fronteras son hechas por humanos y realmente somos uno", añadió el astronauta. La idea de su autobiografía surgió poco después de regresar del espacio, antes de que el presidente Barack Obama lo alentara a postularse como candidato demócrata al Distrito 10 del Congreso, por California. La campaña de Hernández no está promoviendo el libro, que incluye poca información sobre la contienda electoral. "No fue escrito para propósitos de campaña", recalcó en la entrevista. "Quise que fuera un libro que simplemente contara mi historia". Hernández también apoya la educación infantil, especialmente en las áreas de matemáticas y ciencias, a través de su Fundación Reaching for the Stars.

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