Presas trans abordan su drama carcelario en un show

El espectáculo se realiza en la prisión varonil, con 9,000 reos, donde están recluidas.

Van vestidas de noche, llevan kilos de maquillaje y versionan, en "playback", clásicos del pop. Pero más allá del estereotipo, un grupo de presas trans da a través de un espectáculo estrenado en su misma cárcel un rotundo mensaje contra la discriminación y en favor de la diversidad.

"Este es un espectáculo sin censura, y entre broma y broma, contamos algunas de las verdades que suceden aquí. Personal de custodia, por favor, que hoy nadie salga golpeado", dice nada más empezar la obra Marco Alcocer, conductor en esta representación, tras presentarse como Daniela e interpretar "Yo no te pido la luna".

Para Marco -que se define como un hombre gay-, la pieza "Sus prisiones nunca nos protegerán" buscaba alejarse de lo que se asocia a un show travesti. Hay purpurina y se enseña carne, pero también se busca generar un "espacio de respeto, pluralidad y democracia".

Es una propuesta doblemente atrevida. En primer lugar, porque en México el colectivo de mujeres trans (travestis, transgénero y transexuales) padece altas cotas de violencia, y 108 de ellas fueron asesinadas de 2014 a 2016, según el colectivo Letra Ese.

En segunda instancia, porque se lleva a cabo en el Reclusorio Preventivo Varonil Norte, donde hay más de 9,000 reclusos, el doble de su capacidad, según el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria del 2016 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Entre ellos una decena de mujeres trans, que comparten espacio con hombres por no haber cambiado de sexo o nombre.

Tamara aparece exuberante, pura curva y el público enloquece. Los reos reciben hoy visita y el auditorio de este penal, pobremente iluminado, se ha llenado incluso de sus esposas e hijos.

Esta joven lleva cuatro años en la cárcel por robo calificado. "Muchas de las que estamos aquí a veces no tenemos la economía necesaria para sobresalir, o tenemos la ilusión y el sueño de querer vestirnos y operarnos", cuenta a Efe esta oriunda de Veracruz.

El teatro, afirma, le permite "desenvolverse y aprender cosas nuevas", y ello le ha de ayudar cuando salga en cuatro meses de prisión para no repetir errores: trabajar en la calle y caer en el consumo de drogas.

Yobalda aparece de vedete e interpreta, siempre en pregrabado, el "Vivir así es morir de amor" de Raphael. "Me desenvuelvo, me gusta que me vea el público y me gusta exhibirme", dice con picardía al terminar la obra.

Detrás de esta explosiva fachada, esta reclusa es toda una veterana tras seis años y aunque afirma que las cosas han cambiado, sigue padeciendo discriminación.

"Me gustaría más estar en un penal de mujeres. ¿Pero qué le puedo hacer? Hasta la fecha de hoy me siento bien acosada por tantas personas, somos bien poquita comunidad", afirma.

Entre rejas, la gente se gana la vida como puede. En un breve recorrido, Efe constata la venta de cigarros, chicles y dulces, y también de limpiabotas.

Yobalda, como muchas de sus compañeras del anexo 8, es estilista. Corta el cabello por unos 20 pesos (unos $ 1.1) y sueña con abrir una peluquería cuando salga de la cárcel.

"Me falta un año para compurgar (salir). Aparte de todo soy estilista, y cuando salga quiero seguir haciendo esto, y también trabajar en antros", le secunda su compañera Michelle.

Todas coinciden en que su situación en la cárcel ha cambiado mucho en los últimos tiempos, y se sienten más aceptadas.

Antes "había mucha discriminación hacia nosotras, incluso hasta nos cortaban el cabello, pero ahora ha cambiado mucho", asegura la mujer.

Pese a ello, el penal está muy lejos de ser el mejor ejemplo de "reinserción social" para quienes han "cometido un error", según dice Marco en la obra.

Yobalda, por ejemplo, comenta que no tienen ningún recuerdo "bonito" desde que está aquí, pero subraya que ha aprendido cosas como valorar la libertad y apoyarse entre compañeras.

Daniel, Felipe y Elías se lo pasan bomba. Llevan un mes en el centro de desintoxicación y adoran actividades como esta, que les permiten alejar el síndrome de abstinencia.

Corroboran lo que cuentan las presas trans, ahora hay más tolerancia. "Ellas se saben hacer respetar. Y si les haces algo, vas a máxima seguridad", agregan.

La productora de esta obra -una colaboración entre las entidades Teatro & Sida, Colectiva Las Otrxs, y House of Drags-, Lilian Rivero, reflexiona acerca de lo que aprendió en estos cuatro meses de ensayos para la pieza, que se llevará a otros penales.

"En este tipo de espacios son mucho más evidentes todas las dinámicas jerárquicas que hay alrededor del género, y es muy fuerte verlo. Al mismo tiempo, es muy inspirador ver la resistencia de estas mujeres".

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