Miles de creyentes se postran ante la Guadalupana

La fuerza no la llevan en los pies sino en lo más profundo de su corazón.

Desde ese rincón, dice Luis Farías, mientras corre sin llevar nada a cuestas más que su fe, donde se guarda el amor y el interminable agradecimiento que solo se tiene para la mejor de las madres.

"Es nada más por la fe, por la devoción, desde que falleció una de mis hijas prometí venir cada año", detalla Farías.

Durante 29 años, los mismos rostros se han reunido para llevar la luz de la Guadalupana a su pueblo, hombres, mujeres y niños dejan a su paso el alma y esperan que su esfuerzo le agrade a la festejada.

"Darle gracias por la salid, porque tenemos trabajo, que nuestros hijos están bien, porque todas las familias de México están bien", dice Jesús Sandoval.

Las llantas de los mototaxis hicieron difícil su trayecto, no están hechas para avanzar tanto, pero ni aun así los creyentes detuvieron su marcha hasta llegar a la Villa.

"Más que nada porque es la fuente de trabajo y venimos a pedirle que nos acompañe en momentos de nuestras labores", dice Jesús Argueta.

Esta vez los peregrinos tuvieron que enfrentar un nuevo obstáculo, el frío, y es que por primera vez en muchos años, el termómetro bajó a menos de cero grados, congelando algunas carreteras y haciendo más difícil y peligroso el camino.

Doña Felícitas envolvió sus cobertores para aprovechar el poco calor que les brindó el sol. Desde el sábado salió de Veracruz con sus hijos y sus nietos pequeños, pues quiere que, al igual que ella,  sigan la tradicion de venir cada año a celebrar a la Guadalupana.

"Es difícil, pero ella nos da más, por ella no nos hemos muerto de hambre", asegura Felícitas Hernánez.

Y un poco de descanso para todos ellos es suficiente antes de llegar a su destino, aunque dicen que en cuanto están frente a su imagen, la energía vuelve a sus cuerpos, ilumina sus espíritus y les hace sentir que valió la pena todo lo que vivieron en el camino.

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