A 74 días de los comicios, la violencia electoral escala

El plan de protección a candidatos, lanzado hace 2 semanas, parece no dar resultados.

Entre agresiones y violencia los candidatos a puestos populares recorren el territorio mexicano tratando de ganarse la preferencia del electorado, pero también intentando sobrevivir.

"Por supuesto que temo por la seguridad de mi familia", dice Pablo Lemus, quien por segunda ocasión aspira a gobernar el municipio de Zapopan, en estado de Jalisco.

La decisión de Lemus ocurre pese al peligro que eso representa, ya que -asegura- en distintas ocasiones le han dicho que si no coopera con los delincuentes, pagará las consecuencias.

"Ya no podemos dejar que este proceso electoral se manche con más sangre", afirma

Él, como muchos otros, recurrirá al Instituto Nacional Electoral en busca de protección. Hasta ahora, según los consejeros que lo integran, han recibido 9 peticiones de hombres y mujeres que quieren un cargo político en estas elecciones y temen por su vida.

Ocho son candidatos federales y uno local, y no hay ninguno que persiga la presidencia.

Las solicitudes de seguridad de los candidatos serán analizadas por la Secretaría de Gobernación, que de acuerdo al protocolo establecido, las analizará y determinará qué tipo de protección brindará a cada uno de los solicitantes.

Según cifras oficiales, en los últimos siete meses cerca de 80 funcionarios y candidatos en estas elecciones han sido asesinados; por ello, la Comisión Nacional de Derechos Humanos hizo un llamado a solucionar este problema.

"El mejor mensaje que se puede dar es que haya responsables, procesados y sentenciados", afirma el Ombudsman Luis González Pérez.

Sobre todo, indican los analistas, porque entre más se acerque el día de los comicios la situación podría ponerse peor.

"Porque a la delincuencia organizada sí le interesa incidir en política, tener un alcalde, a un gobernador afín a sus interesas", advierte el experto en seguridada Gerardo Rodríguez.

Pero sin más que hacer en lo que llega la ayuda,  los candidatos continúan sus campañas, algunos pagando seguridad privada; otros, usando chaleco antibalas y, la mayoría, poniéndose en manos de la suerte y de Dios.

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