El combustible arde sin control poniendo en peligro a quienes habitan a unos de pasos de las llamas. Los pobladores de la zona de Tlajomulco son evacuados y pierden todo. Es una escena que se ha vuelto tan común, que The New York Times destaca el riesgo y la llama epidemia.
"No evacuaron a las 10 por el fuerte olor a gasolina y a las 11 ya teníamos dolor de cabeza y náuseas", cuenta María Esther Melchor, habitante de una de las zonas afectadas.
María Esther y cientos de sus vecinos fueron afectados por los ladrones de combustibles, perforaron un ducto en Tlajomulco de Zúñiga, en el estado de Jalisco, y provocaron una fuga que casi acaba en tragedia.
Se trata de una situación a la que, que según el New York Times, el gobierno mexicano parece incapaz de detener debido al débil estado de derecho.
Así lo indicó en su más reciente publicación, en la cual indica que el robo de hidrocarburos en México se incrementó en el sexenio de Felipe Calderón, en medio de la guerra que emprendió en contra del narcotráfico, y con Enrique Peña Nieto, señala, no se ha detenido.
"Históricamente, Pemex no ha sido responsable de la seguridad de los mexicanos", afirma Alberto Uribe, alcalde de Tlajomulco.
Como este alcalde de Jalisco, muchos funcionarios y analistas dieron la razón al periódico, aceptaron que la extracción de gasolina de forma clandestina y su venta en el mercado negro van a la alza.
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Las autoridades federales y la paraestatal han emprendido diversos esfuerzos para contrastar esta realidad, pero nada parece funcionar y los ladrones acuden a lugares como este, en zonas solitarias o pobladas, perforan los tubos y extraen el combustible.
Petróleos Mexicanos revela que del 2009 al 2016 esta actividad ilícita les provocó pérdidas por casi $ 8,500 millones.
Y, a pesar de que hace dos años este delito se tipificó como grave, no se ha logrado inhibir a quienes encontraron en los ductos una mina de oro.
